EL TIEMPO DE MI PUEBLO

sábado, 18 de mayo de 2013

ATELETICO MADRID-REAL MADRID


Una final chata en lo artístico entronizó al Atlético en el santuario de su eterno rival, donde cerró 14 años de desaires en los derbis. No pudo elegir mejor día para no perpetuar la afrenta. Con la Copa en su poder, de paso dejó al Madrid con un ataque de nervios, expulsados Mourinho y Cristiano, fuera de sí. Un reflejo de estos tres cursos tan volcánicos y de escaso botín. En lo futbolístico, el Atlético estuvo por debajo hasta la prórroga. Los picos del partido fueron del Madrid, que se dio de bruces con los postes hasta en tres ocasiones. Los rojiblancos aguantaron como pudieron, llevaron el duelo a la prórroga y por cuarta vez conquistaron el trofeo en Chamartín. Una Copa que ya es la Décima, la que buscaba el Madrid en Europa, que cerró la temporada sin éxitos y con mucho ruido, demasiado.
De entrada, cada cual hizo sus concesiones en un partido sin grandes episodios. Partió con flojera el Atlético, contenido en el claustro, incapaz de dar dos toques y, por tanto, desenchufado de Diego Costa y Falcao. El encuentro era de Özil, de Modric, de Alonso, de un Madrid autoritario y gobernante. Para los rojiblancos era el método de evitar una contra del adversario, que domina esa partitura como nadie. Un formato colchonero que evidenció su sensación de inferioridad. Realista el Atlético, al Madrid no le hizo falta un contragolpe. Un córner ejecutado por Özil y Cristiano por encima de todos. El portugués, en vuelo, cabeceó a la red. Pese a dar síntomas toda la noche de no estar en plenitud física, resulta imparable cuando pilla pista y no son pocos los goles relevantes que ha marcado sin techo.
Ya es rutina de este Madrid negociar cada gol a favor. Las ventajas le maquillan, se refugia más cerca de su portero y apuesta con cazar al rival con espacios al frente. No le importa despertar al contrario, que se ve con la pelota y se estira por inercia. Lejos de dar otra banderilla al vecino, los madridistas quisieron ahorrar el tanto a favor. La respuesta del Atlético fue más bien plana. Sus centrocampistas no tienen fantasía, están más dispuestos al combate y el balón no circula a sus pies. Al igual que el Madrid, el Atlético se niega las bandas, exclusiva de sus laterales. Su camino es largo, colgarse del tendal de Diego Costa, la diana de todos para que el brasileño, con su corpachón, acueste la pelota. Si al menos conquista una falta sus compañeros tiran serpentinas. De ninguna sacó provecho Koke, el especialista en los lanzamientos, hasta llegada la prórroga, cuando Miranda puso a Neptuno en pie.

REAL MADRID, 1 – ATLÉTICO, 2

Real Madrid: Diego López; Essien, Albiol, Ramos, Coentrão (Arbeloa, m. 91); Alonso, Khedira; Modric (Di María, m. 91), Özil, Cristiano; y Benzema (Higuaín, m. 91). No utilizados: Casillas; Carvalho, Kaká y Callejón.
Atlético: Courtois; Juanfran, Miranda, Godín, Filipe; Gabi, Mario; Koke (Raúl García, m. 112), Diego Costa (Adrián, m. 105), Arda Turan (Cebolla Rodríguez, m. 110); y Falcao. No utilizados: Asenjo; Cata Díaz, Tiago y Óliver.
Goles: 1-0. M. 14. Cristiano cabecea un córner lanzado por Modric. 1-1. M. 34. Diego Costa, de tiro cruzado tras un pase de Falcao. 1-2. M. 98. Miranda remata de cabeza un centro de Koke desde la banda derecha.
Árbitro: Clos Gómez. Expulsó a Mourinho (m. 75), a Cristiano por roja directa (m. 113) y a Gabi por doble amarilla (m. 124). Amonestó a Arda, Coentrão, Khedira, Costa, Modric, Özil, Sergio Ramos, Cristiano, Mario Suárez, Essien, Koke, Di María y Miranda.
Unos 80.000 espectadores en el Bernabéu.
Si el Madrid había cazado el gol sin una contra por el medio, el grupo de Simeone también lo hizo de forma aún más inopinada: por el suelo y con maniobra exquisita de Falcao. El colombiano, que se ha ganado su reputación en las áreas, se fue del perímetro para escoltar el balón en medio campo, donde el Atlético solo tuvo barbecho toda la jornada. Con Albiol a su espalda, el Tigre se revolvió son sutileza, sacó de rueda a sus marcadores y trenzó una asistencia estupenda para Diego Costa, que batió al Madrid con un disparo cruzado. Un empate como consecuencia de una propuesta ajena al repertorio colchonero: Falcao apareció como el centrocampista que no es y no tiene su equipo y, por una vez, alguien citó a Costa por vía terrestre.
La igualada retocó de nuevo los papeles. Volvió el primer Atlético, el más contemplativo, y el Madrid inicial, con el mando. Con mucho más cesto, con más medios, cuesta entender que los blancos tengan esa tendencia a racanear cuando se adelantan. Les bastó otro paso al frente y que Essien perdiera protagonismo con el balón para acongojar de nuevo a su oponente. De su dominio antes del descanso casi saca partido Özil, que se fue a la ducha con un remate al poste izquierdo de Courtois. Antes, el Madrid había dado carrete al Atlético, el único que tuvo hasta la traca del periodo final.
Un Madrid sin premio de consolación cierra así un trienio infructuosamente tormentoso
El mejor Madrid irrumpió tras el descanso, cuando ya no cambió de marcha. Se sintió acuciado por la necesidad y donde antes hubo pisadas de gente como Essien o Khedira, comenzaron a dejar huella Özil -demasiado alejado en la orilla derecha-, Modric, Benzema, Cristiano. Ahí es donde el equipo marca las diferencias. El conjunto de Mourinho cogió el partido por el pecho y solo el infortunio mantuvo a los rojiblancos en el duelo, incapaces con el balón y a merced sin él. Otras dos veces se estrelló el Madrid en los palos. Primero en una doble ocasión. Tras una jugada de Cristiano por la izquierda, Benzema remató al muro de la portería, el rechace le cayó a Özil que amagó a Courtois, al que sacó de escena, y su zurdazo lo frenó Juanfran con la rodilla bajo el larguero. El Madrid no tenía respuesta, conducía el encuentro en la periferia del gol. Máxime cuando Godín hizo descarrilar a Benzema en el balcón del área. Una falta y Cristiano por el medio. Un nudo en la afición del Manzanares. El portugués se estrelló con el mismo poste que antes Benzema.
El Atlético, con sosiego y Simeone de ancla, sí cree en sí mismo
No había noticias rojiblancas, el partido no tenía ida y vuelta, así que la final entró en una fase emotiva: el empeño del Madrid frente a la resistencia del Atlético. El reto entró en combustión. Los blancos, contrariados por los malos guiños de la ruleta, frustrados; los atléticos, con el colmillo apretado, de enredo en enredo para sobrevivir. Lo consiguió, logró meter el choque en un laberinto, prendió la mecha y brindó por la prórroga con tres saques de esquina finales, con Mourinho ya expulsado y Cristiano desquiciado, al borde de la expulsión hasta que se la ganó a un suspiro del final. Ambos, sin tregua, llegaron exhaustos al tiempo añadido. Y con una curiosa imagen: Iker Casillas como repartidor de chubasqueros y como director de coro en el corrillo de sus compañeros, tiesos la mayoría. De golpe, Di María, Higuaín y Arbeloa parecía que iban a refrescar al Madrid. El Cholo, de forma sorprendente, mantuvo el molde intacto. Lo que parecía una temeridad fue un acierto en toda regla. El Atlético más castigado fue, por una vez en la final, mejor que el Madrid más fresco. Si a los de Simeone les había dado vidilla su carácter, ahora era cuestión del depósito. Diego Costa estuvo a un dedo del 1-2, pero lo evitó con una doble parada Diego López. Como luego lo haría Courtois ante Higuaín y Özil. El partido tuvo un cambio de guardia hasta que Miranda llevó al Atlético a la gloria. A la cumbre en una noche inolvidable para los suyos: fiesta mayor en casa de un vecino con más galones. Un Madrid sin premio de consolación que cierra así un trienio infructuosamente tormentoso. Así acabó anoche, neurótico. Toca otro proyecto. El enésimo. En la otra orilla, por unas horas, días, verán el infinito. El Atlético, desde un escalón inferior, con sosiego y Simeone de ancla, sí cree en sí mismo. Se lo ha ganado.

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