LAS
FIESTAS DE ENERO.
Tradición y
características
Son posiblemente las fiestas más emotivas de la localidad y las
más queridas por los vecinos. Prueba de ello son las numerosas
demostraciones de emoción, fervor y cariño hacia el patrón, que se
dan a lo largo de los actos religiosos por parte de la gran mayoría
de vecinos, quizá en especial de aquellos que emigraron hace años y
regresan cada año para estar junto a los suyos y su patrón.
Orígenes
Las fiestas en honor a San Sebastián, tradicional santo
protector, en La Guardia son de
origen
agricola, al menos desde la Edad Moderna. La
tradición consistía en sacar la imagen del santo hasta las eras
en donde se ablentaba la paja de los cultivos de cereales y que
hoy llevan su nombre para que bendijera las cosechas.
“San Sebastián (mártir)”, tradicional santo protector por su
carácter guerrero, fue un soldado cristiano martirizado por los
romanos debido a sus creencias religiosas. Las salvas militares son
un acto de homenaje castrense, a la vez que religioso dedicado a
su martirio (una especie de fusilamiento con saetas flechas).
San Sebastián (mártir)
fue un soldado cristiano (jefe de la guardia pretoriana) martirizado
por los romanos debido a sus creencias religiosas. Las salvas o
andanadas militares son un acto de homenaje castrense, a la vez que
religioso dedicado a
su martirio
(una especie de fusilamiento con saetas -flechas-).
El hecho de
que se asocie a la agricultura parece más derivado de la tradicional
protección guerrera ante
cualquier tipo de mal (augurios,
meteorología adversa, plagas…) que una relación política
(relativo a ciudad).
Salvas militares
Las salvas militares cargan el aire característico de estas
fiestas con el intenso olor a pólvora, desde su salida del templo y
a lo largo de todo el recorrido hasta su regreso al mismo, las calles
se engalanan de arcadas cubiertas de ramas de pino y luces a lo largo
del recorrido procesional.
San Sebastián, el protector de los «Quintos» de La Guardia
Así mismo, en los años en que aún estaba en vigor el mencionado
servicio militar obligatorio, los «quintos» eran los orgullosos
encargados de llevar al santo en procesión, ejerciendo prioridad
sobre el resto de vecinos y quizá también con la obligatoriedad
moral y religiosa, sino social, de la época.
Las naranjas que se les entregaban a los quintos eran una especie
de amuleto de gran valor, sobre todo sentimental y nostálgico, para
el «mozo» que solían guardar para siempre. Éstos, las llevaban
consigo al servicio militar en símbolo de protección al amparo de
su patrón militar San Sebastián. Era un ritual ineludible para
cualquier quinto del municipio.
imagen del patrón es encerrada en su templo por la tarde-noche
en su primera procesión.
Los vecinos se reúnen en el patio del
convento alrededor del santo, los costaleros danzan al ritmo del
himno nacional mientras San Sebastián es despedido entre los
aplausos emocionados de los guardeños y las numerosas salvas, tanto
de escopetas de caza como de tracas de petardos, en honor a la
condición militar del santo.